Alguien decidió algún día hacer arte en un pez, y nacieron estos seres maravillosos.
              J. Nieto  Fernández
Sabía que la tormenta amenazante era cuestión de minutos que hiciera acto de presencia. Empezó a llover ligeramente y sin aviso previo un relámpago ilumino todo el precioso río, pronosticando así lo que sucedería.
El río, que vestía de gala para la ocasión, estaba ligeramente oscurecido por las sombras de los álamos y esa resplandecencia inesperada hizo que levantara la mirada absorta en una princesa de más de 60 cm., con un lomo espectacular, que emitía ese ruido tan peculiar que hacen a veces al comer, que no dejaba de cebarse cada 20 segundos y que hacía caso omiso a mis ignitas.
 De repente un gran trueno se oyó en la cercanía, como advirtiéndome seriamente que despertara de ese estado de ensoñación y me pusiera a cubierto. Reconozco que han sido muy pocas veces las que me he ausentado del río por tormentas, muy imprudentemente por mi parte, lo se, pero algo me decía que esta vez si lo haría y al poco rato otro estruendoso trueno me lo confirmo.
Después de dejar la caña cerca de la orilla en un árbol cercano y de separarme convenientemente, espere a que pasara. No había terminado del todo de alejarse, y aun con los truenos regañándome en la lejanía no pude contenerme y salí estrepitosamente hacia ella, no podía pensar en otra cosa como me suele pasar, “debía de ser mía…. Al menos, durante un breve baile”. Al acercarme observe con alegría que seguía en su empeño y ahora más enérgicamente todavía, entré por su cola a unos 15 metros más o menos, y fue en ese instante, justo cuando iba a lanzar, que me di cuenta que no llevaba mosca ni parte del bajo, invoqué algún santo de aquellos cielos que me habían previamente castigado y raudo me apresure a ponerlo todo en su sitio sin dejar de observarla.
Mi corazón se cargó de “eso” que necesito todas las semanas, que me hace dependiente del río y que vosotros sabéis perfectamente de lo que hablo. Fue al primer lance cuando, como si de magia se tratara y a cámara lenta…, subió,… el tiempo se detuvo, esta escena mágica y ralentizada que me ha sucedido más veces, la pude ver como si de una secuencia de fotogramas se tratara, era hermosa, enorme, grandiosa… y ese tipo de peces necesitan su tiempo para clavar, sabía que el primer “arranque”…, y me preparé para ello (para “ el baile” para eso por lo que merece la pena esta vida, solos ella, yo y de testigo el río, que poco se necesita para ser feliz amigos)…, sería fuerte, veloz y enérgico, y así fue…, pero para mi sorpresa no tomo la ruta que yo había calculado previamente, sino que vino hacia mí, esta ya se las sabía, era perra vieja, son de las que más me gustan, porque ponen a prueba tus años de río y hasta donde estás dispuesto a llegar por conseguir bailar con ella, pero esta vez dio con un hueso duro, porque en pleno baile me da igual lo que haya que hacer y como haya que realizarlo, puede que  inconscientemente busco la armonía musical del río y los pasos de ballet impuestos por mi pareja, no pienso, solo actuó… se que solo así podremos tener nuestro baile perfecto.
-¡¡ Que lista !!- susurré. 
Me sentí en segundos comiéndome la línea, nunca dejan de sorprenderme, la esquive como si de un directo de boxeo se tratara y me aleje de ella para ganarle terreno.
¡¡Baila princesa, baila!!.
 Buscaba el chorro grande para descolgarse, pero me anticipé a su pensamiento y pude retenerla bajándome a su altura….
Se detuvo por un instante. Me miraba…nos mediamos…,que momentazo.
Se dirigió hacía arriba y ahí cometió su pequeño error, me puse en línea vertical con ella y baje la caña, lo que permite que el tiro sea menor y la fuerza realizada por el pescador se incremente enormemente. Entonces descendió, profundizo, no sabía nada la amiga….subí la caña y la ladee para evitar la roca grande que ella buscaba…Al final se rindió y me dejo que la acariciara por unos instantes.
 Todas las princesas merecen la pena amigos, pero lo siento, las XXL me tiene atrapado. Atrapado por su saber hacer, por su conocimiento, destreza, fuerza, valentía,….Cuando la liberé después de acariciarla suavemente dentro del agua, se fue muy despacio, moviendo ligeramente su cola caudal, como una autentica princesa se tratara, y seguramente pensando: La próxima vez no será igual amigo.…Nos vemos y gracias por salvarme la vida.

 

Lo sé Princesa, pero ya estoy soñando con ese nuevo baile.
Fotografía y redacción: J. NIETO FERNANDEZ