El Chisquero 
 
A los ochenta y tres años de edad, en agosto hizo un par de años, nos dejo D. Eloy Tascón García, el popular Chisquero de Robles de la Valcueva.
El chisquero, que así era conocido por todos, fue de los mejores pescadores de cebo y a la leonesa que he conocido. Y lo puedo decir alto porque he tenido la suerte de compartir con él muchas jornadas de pesca, de disfrutar de su facilidad para engañar a las truchas y de aprender alguna que otra cosa que con su maestría me enseñó.
 En el río no con todos compartía tiempo y saber…-si saben más que tu te las levantan rápido- comentaba entre risas. El Torío no tenía secretos para él, lo conocía palmo a palmo y aunque a veces pescaba en otros ríos, prefería su Río. La lombriz de la huerta, la gusarapa del río de Robles y el gusarapín del Curueño, si podía ser, eran sus cebos preferidos, aunque por junio también ponía maraballo. En su cuerda de moscas nunca faltaba el carne, el oro viejo y la saltona común.- Aquí los carnes pescan siempre.- solía decir.
Cuando enfermó de silicosis, tuvo que dejar de trabajar en la mina, y la venta de las truchas le ayudaron a sacar a sus seis hijos adelante. -eran tiempos duros y mucha familia- me comento en alguna ocasión.


Cuando se cerraba la veda se iba a la vendimia para que el sustento no faltara en casa. Otra época, otras circunstancias.

La necesidad agudiza el ingenio y así se convirtió por aquel entonces en el proveedor de uno de los establecimientos donde más truchas se consumían de León, la Venta Getino, que bien dirigida por Amador tuvo un gran éxito desde finales de los sesenta hasta comienzos de los noventa, cuando se prohibió la comercialización de las truchas. Suerte que para aquel entonces a nuestro amigo Chisquero le llegó el retiro y la economía familiar se estabilizó.

El éxito, me comentó alguna vez, es estar en el río cuando ellas comen y ponerles el cebo adecuado…jajaja, fácil no?…piensa, piensa.Pues el acertaba casi siempre…de mañana lombriz, luego gusarapín o gusarapa y a mediodía a mosquito, como decía él.

 

Los serenos en verano los explotaba como nadie. También decía que al río, al principio, hay que ir mucho para cogerle la postura, no ser perezoso y madrugar. -Muchos cuando iban para el río yo ya estaba con las truchas para el coche de linea-.Tenía una pequeña Montesa, vieja pero cuidada, que le llevaba a todos lados.

La última vez que pesqué con él, que lo hicimos bien por cierto, le acerco al río en coche una de sus hijas y luego a la hora convenida le volvió a recoger.- ya no estoy para muchos trotes.- me comentó.
Que sepas compañero que el pozo del Rucho sigue dando truchas.

 

Descanse en Paz.