He vivido siempre entre leyes y reglamentos, pero desde hace un tiempo estoy espantado por la pasmosa profusión normativa que nos complica caprichosamente la vida a los aficionados que pescamos en diferentes comunidades.
Esta liberalidad normativa, que tanto enreda nuestra afición y que tan poco aporta a la pesca puede llegar en ocasiones a límites absurdos. De tal manera que en una orilla de un río esté la veda abierta y en la otra cerrada o que en una se puedan pescar 10 truchas de cupo y en la de enfrente cuatro.
Las normas y las leyes de pesca deben de tener una similitud en cuanto a conservacionismo y regulación de señuelos. No pueden ser confusas y mucho menos conflictivas.
Es conveniente que las leyes sean pocas, claras y para todos iguales.
Uno que ya tiene escamas y ha cruzado muchos puentes puede llegar a leer entre aguas que lo que se castiga es la efectividad, que la administración lo que pretende es que paguemos por no pescar, pero eso si con las excepciones que en cada caso se impongan por intereses económicos o políticos.
Son arrogantes y sin ningún estudio que les ampare dictan nomas y más normas contra los pescadores; que si a cebo no, que a ninfa solo con dos pero con cola de rata, que un solo señuelo para todo lo demás y a la leonesa con cinco y puedes poner una ninfa de rastro. Están muy desafortunados con sus enredos normativos y así quedó probado que las eventuales ambigüedades de los artículos en controversia provocaron denuncias a pescadores confundidos con este rompecabezas.
Claro hasta para los que no quieren escuchar, ni entender, que los ríos necesitan eso entre otras cosas, claridad en las Normas, después medios humanos, económicos y técnicos, y no dejarlos al libre albedrío y falta de protección.
No escudarse en la crisis, los ríos están en crisis desde hace muchos años, ¿les suena a Vds. algo esta frase?.
Sigan escondiendo su cabeza como el avestruz, tratando de no ver ni comprender el problema.
Así Venancio, los ríos están en crisis siempre.
Un abrazo.