Pescar a cucharilla. Lance ligero. La pesca a cucharilla es una de las más utilizadas en todo el norte de España, sobre todo al comenzar la temporada, pero hay que advertir que esta modalidad requiere una gran habilidad por parte del pescador. No es tan fácil como en un principio parece. No hay que esperar que pasen cosas, hay que ser activo y procurar que sucedan, pero, eso sí, con cautela, para la trucha somos un depredador y en cuanto nos detecte se irá y perderemos la ocasión de pescarla, hay que ser silencioso en la aproximación, moderado en el movimiento y exacto en el lance.
Hay que leer el río, él no lo muestra casi todo, la corriente, la profundidad, los obstáculos y hasta donde puede y debe de estar la trucha colocada. El sentido del agua es muy importante para establecer un esquema de actuación y posar la cucharilla lo más natural posible y en el lugar adecuado.
La caña; Debe de ser de acción rápida, de una longitud entre 1,30 y 1,80 m. y no con más de tres anillas.
El carrete; Será ligero de peso y rápido de recogida,  puede ser de una manivela o de dos y de tambor cerrado o abierto con capacidad para más de 100 m. de sedal que irá desde un 0,14 a un 0,22 cent.

 
Cucharillas; La cucharilla de latón la podemos considerar que es la estándar para todos los ríos. Pero en términos generales el uso de unas u otras dependerá de cómo bajen las aguas y de cómo se presente el día meteorológico. Aguas turbias cucharillas brillantes, cromadas y plateadas. Con aguas claras siempre cucharillas doradas. Con aguas cristalinas cucharillas oscuras incluso negras. La regla general sería con aguas normalizadas oro para los días soleados y plata para los días nublados. El tamaño, desde el 00 hasta el 3, dependerá siempre del caudal nunca de la medida de las truchas. Las hay de hoja de oliva y redondas, aquí cada uno
debe de elegir la que mejor se adapta a su forma de pescar teniendo en cuenta
que la de oliva siempre profundizará más pero se abrirá menos. Luego las hay
vestidas de mil colores, puntos y rayas…para todos los gustos.

El lance; Tiene que ser preciso, consiste en proyectar la cucharilla para que se pose justo por delante de donde intuimos está la trucha. El lance normal o vertical se usa para distancias medias o largas y se hace echando la caña hacia atrás y proyectándola por encima de la espalda.
El lateral o de revés es el que se realiza desde el lado contrario a donde se pretende colocar la cucharilla y con este se aprovecha toda la flexibilidad de la caña siempre que se aproxime la cucharilla al puntal de la caña. El lance bajo mano o de péndulo se hace impulsando la cucharilla con un movimiento de abajo hacia arriba, es el ideal para lances con precisión y delicadeza, se emplea mucho en distancias cortas. Y por último el de ballesta que lo usaremos en ríos enmarañados donde no podemos efectuar ninguno de los otros y que consisten en coger la cucharilla con los dedos y hacer flexionar la caña hasta conseguir que esta salga proyectada hacia el lugar deseado. Los lances se deben de efectuar aguas arriba, escalonados y en abanico, hasta llegar desde nuestra orilla a la contraria, siempre empezando por lances cortos para ir alargando poco a poco. La cucharilla debe de posarse en el agua girando, traerla a una velocidad constante, pero despacio y por el fondo, rasante, que vengan tocando piedra. Los lugares ideales son las corrientes medias y no de mucha profundidad, con pequeños pozos formados entre piedras y obstáculos, también las orillas con vegetación y raíces.
El pescador de cucharilla suele ser solitario, preciso, astuto y andarín.
Todo esto son ideas personales desde una perspectiva experimental que cada uno descubre y maneja según su criterio y habilidad. En la pesca hay que ser creativo y ensayar nuevas posibilidades descubriendo pequeños trucos que te solventarán determinadas situaciones.
Respeta el río y buena pesca.