La Trucha y el Pez( cuento final) I I I
Éranse otra vez una trucha y un pez…
Éranse que se eran, aunque ya no latieran.
En el fondo yacían; apenas se veían
sus siluetas hermosas perdiéndose borrosas,
cubiertas ampliamente del moho repelente,
sangrando las heridas, las colas extendidas,
con el eterno sueño logrado en el empeño
de superveniencia ciega; de la más noble entrega
 por poner enseguida las huevas de la vida
en sitio equivocado, ya muy contaminado.
I V
En estas circunstancias tan plenas de carencias
sería conveniente que la “gente decente”
de nuestros Organismos (que siempre son los mismos),
presentaran batalla a la incivil canalla
que todo lo destroza, presumiendo que goza
de inmunidad divina, según su propia estima,
quedando en prepotente de opinión no decente,
que todo lo desprecia con posición tan necia.
La megalomanía, esa actitud impía
arraigada profundo en nuestro amado mundo
(sobre todo en las gentes incultas y pudientes),
es la causa de muchas de las nuevas desdichas
que tanto contaminan. Con los ríos terminan
si no les ponen freno, pues llenan de veneno
un agua que es de todos, usando malos modos,
creyéndose en derecho que ¡a lo hecho, pecho!
Y luego el que atrás venga, no importa que no tenga
la muestra tan siquiera de aquello que antes era.

 

Septiembre 1.992.
Por Ordoño Llamas Gil