No vayas…
Si quieres pescar grandes truchas no vayas a la alta montaña, aquí las pretensiones del pescador escogen otros goces. Si quieres una pesca placida no vayas a la alta montaña, aquí hay que caminar a trompicones y con pocas tiradas para pescar.
El río es muy exigente y la altura más, tienes que portar comida y bebida suficiente para aguantar la jornada. Mantenerse hidratado debe de ser una constante. La lejanía del coche te obligará a ir provisto de  lo suficiente para
enfrentarte a las inclemencias del tiempo y a cualquier inconveniente que la
altitud te puede deparar.

 

Hay que pescar a punta vara entre rocas y corrientes en un vertiginoso posar y posar y volver a posar una mosca atractiva para unas truchas salvajes, aunque no son muy selectivas por su entorno que condiciona muy mucho su alimentación.
Nos encontramos con un escenario difícil para la practica de la pesca; calor aplastante y un caudal muy bajo. El reto estaba servido. Pero hay que pescar en todas las circunstancias y como bien sabemos estas nunca, o pocas veces, son las ideales.
No importa el número ni el tamaño, lo más importante es pescar con el placer de la soledad, entre montañas y nubes. Donde la mirada se pierde tras una ave rapaz y la magia te rodea. Pescar ahí donde pocos lo hacen, donde la trucha siempre responde con bravía, es una emoción constante.
Así que una jornada larga en horas se nos hizo corta y entretenida. Vivimos una jornada completa de pesca en medio de una naturaleza diferente. Si siempre respetamos el medioambiente… en la alta-montaña hay que extremar las precauciones y ser consciente de que estamos en un entorno sensible y de gran valor ecológico, respetar la flora y los animales, hacer una correcta manipulación con las truchas, no dejar nada y llevarnos tan solo emociones es de obligación.