Por.- V. Álvarez López
        Recuerdos para mí Río:       
 
Ayer soñé que te veía y recuerdo como eras, no te puedo olvidar. 
Era mi río, el lugar donde mis pensamientos afloraban entre los sonidos del ambiente y el rumor de sus aguas, era un despertar de la naturaleza que propiciaba un nuevo día.
 
Faltaba poco para que aquel crepúsculo terminase, ya notaba como el resplandor se hacía más visible al otro lado de la montaña. Era ese momento el que esperaba, ver despertar la naturaleza y al río que también estaba dormido y protegido por una neblina incipiente, las plantas esperaban esos primeros rayos del sol y las pequeñas aves se acercaban a los bebederos de siempre.
Quizás sea este momento el que más echo de menos, preparaba mis utensilios y trataba de engañar a las plateadas truchas que esperaban atrapar algún insecto. Jugaba con ventaja, no cabe duda, resultaba mucho más fácil que en horas posteriores del cálido verano. Ellas también lo saben y se guardan entre sombras y oucas refrescando su cuerpo en completa inactividad.
Dos momentos fundamentales de la pesca en esta época son los dos serenos; el de mañana y el de la noche. En esos momentos del nuevo día, entre dos luces todavía, no se escuchaba nada más que algún pajarillo y algún pequeño salto de las truchas, todo era silencio y paz… distinto unas horas más tarde donde el río se llenaba de pescadores.
Disfrutaba de aquel sueño tan bonito y revivía momentos que ya solo están en mis recuerdos, cuando era mucho más joven, las truchas ávidas de tomar su primer bocado no hacían ascos al engaño fuese cebo del mismo río o mosca que pasaba por sus comederos, pero continuaba:…Volvía al río de mis sueños pasados esos años que me sentí alejado de el, de sus aguas cristalinas y de sus truchas preciosas que tanto he echado de menos, recordaba en unos segundos tantos años de abundancia de truchas, de afición, de amistades, de mis maestros… fuente donde aprendía cada día, ahora perduran para siempre en mi memoria y son inseparables.
El tiempo no había pasado en balde y aquellos lugares no parecían los mismos que había conocido, donde estaba la vegetación de ribera que poblaba ambas márgenes, de donde había salido aquellos paseos formados por largas escolleras que contenían el río, ¿qué es lo que adivino debajo de sus aguas?, unos fondos iguales que una autopista, sin rugosidades, sin obstáculos, sin piedras, sin habitantes que no pueden soportar la corriente que libremente sigue por donde la han encauzado y lleva velocidades insospechadas.
Cualquier parecido con lo que yo tenía fijado en mi memoria era pura coincidencia, ni el despertar de la naturaleza era igual, pues tenía delante de mí, no un Río dormido, era un Río muerto, sin especies, como si un puñal que me atravesaba el corazón sentí aquella sin razón.
Se habían perdido las pequeñas gravas que se movían al son del agua, creando vida y cultivando varias especies de esa maravillosa fauna que llegado el momento se transformaban en insectos voladores en una eclosión sin igual.
Triste quedó mi corazón al ver como habían destrozado algo tan querido, juré, si juré vengarme de quien se tomó el derecho que no tenía a destrozar algo nuestro, algo de todos, habían pasado solo dos o tres años, pero fueron suficientes para hacer desaparecer el sistema ecológico de toda una vida.
¡Ay! Si mis truchas pudiesen hablar, como las desterraron a otros lugares, como intervinieron en su habitad para introducir otras especies, como cambiaron su vida y la de los que nos gustaba ver la Naturaleza como al principio, como siempre.
Tomamos decisiones que el tiempo diría su eficacia, recuerdo en mi sueño, que decidimos devolverlas a la libertad una vez disfrutadas con su lucha y poco a poco seguimos así intentando que los ríos volviesen a ser los que conocimos en algún tiempo y nos alegra porque parece que vuelve a verse más truchas, a recuperarse, quizás sea también generado por que muchos no volvimos a pescar, aliviando la presión y nos llena de alegría ver cómo somos seguidos por pescadores que solo les gusta que este deporte este basado en una pesca sostenible y ya en mi sueño veo las corrientes pobladas de truchas nuevas, alevines jugando y llenando de vida mi Río.
Era la “Gracia de la rama verdecida del Olmo” en los versos de Machado, eran los “brotes verdes de la Ministra” y al escuchar el despertador en la realidad de aquel nuevo día pensaba tristemente en aquel sueño, mitad realidad, mitad ilusión y esperanza.
“Mi corazón espera también hacia la luz y hacia la vida otro milagro de la primavera”.