REUNIÓN DE PESCADORES… ¡ TRUCHA  MUERTA!   ( II )
                                                                                                                                                         Ordoño Llamas Gil (31-10-87)
Queríamos preguntarle también, Sr. Jefe de la Brigada de Pesca, por qué intrincados laberintos han llegado a deducir ahora que es el lucio el causante de casi todos los males de la trucha. ¿Podría decirnos a los pescadores dónde están las de los ríos Omaña, Luna, Bernesga, Torío, Curueño, de los ríos bercianos y de todos los demás en sus zonas medias y altas, donde nunca se ha visto un lucio y, sin embargo, también estamos a punto de no ver ninguna trucha? ¿Por qué en los que cohabitan desde hace años ambas especies, como en Sardonedo, Santa Marina, El Condado, etc., existe aún una importante población de truchas? ¿Qué ha ocurrido en Rioseco, que no los tiene, y donde hace bien pocos años había más truchas que piedras?

 

      Y, puede estar seguro, Sr. Jefe de la Brigada de Pesca, de que en el tramo Puente Paulón-Hospital de Órbigo, por muchos lucios que quiten y muchos alevines de trucha que suelten, seguirá sin haber truchas abundantes mientras no le den un tratamiento adecuado a la contaminación y al furtivismo. Si esto no se hace, después no habrá ni truchas, ni lucios.
 

 

     ¿Hablamos de los furtivos, Sr. Jefe de la Brigada de Pesca, o les dejamos que sigan tranquillos? Si es así, deberán aplicarse a repoblar intensamente pues, mientras las truchas valgan a 1.200 pesetas el kilo ( y cada vez a más) , esos personajes seguirán presumiendo de tener patente de corso para pescarlas cuando les venga en gana (las noches son oscuras y la guardería nula, so pena de exponerse a un percance grave, no compensado con su remuneración), y sobre todo ahora, que ya les hemos enseñado en todas las comarcas cómo se pesca por el procedimiento eléctrico.
   Y cuando ya no haya apenas truchas en ningún río, podrá Vd., Sr. Jefe de la Brigada de Pesca, pedirlas en los restaurantes de León y provincia o en Madrid, que en estos lugares no faltarán. Y algunos otros donde se las ofrecerán incluso en época de veda. Así que, las últimas que queden en nuestros ríos serán también para ellos, sin necesidad de pagar licencias, ni permisos, ni hacer solicitudes, ni guardar colas.

 

  Para que no puedan tacharnos de hacer una crítica destructiva, nos permitimos opinar modestamente sobre las soluciones más idóneas para que este problema deje de serlo.
1.
Prohibición total de venta de truchas de río.
2.
En su defecto, organización de patrullas de no menos de tres o cuatro guardas, que cumplan su cometido de vigilancia durante la noche. Bien pagados, sobre todo.
3. Vigilancia real y sanciones adecuadas para las poblaciones, industrias, establos, mataderos, minas, etc., que viertan aguas contaminadas a los cauces fluviales, y la no continuación del status actual de hacer la vista gorda a todo.
4.
Llevar a cabo conciertos con los Organismos hidrográficos para que en ningún momento descienda el caudal de los ríos controlados a menos de lo previsto por el Servicio de Pesca de ICONA, para garantizar la total supervivencia de las especies que pueblan estas aguas.
5.  Prohibición de venta de tras-mallos, garrafas, arpones, tenedores, reteles y toda clase de instrumentos considerados ilegales, así como de huevas de salmón, asticot, etc.. Todos estos artefactos están hoy al alcance de cualquiera en las armerías. Se podría hacer una excepción con los verdaderos pescadores de red, domiciliados en las riberas de los ríos no trucheros, que justificasen su oficio, concediéndoles un cupo de redes y condicionándoles a devolver las usadas o deterioradas al entregarles las nuevas. ¿Se llegará alguna vez a sancionar la tenencia ilícita de redes?
6.
Delimitación estricta de las zonas trucheras de nuestros ríos, no considerando como tales: Esla: Desde Mansilla o La Cenia (con el agua de Riaño podría ampliarse).  Órbigo: Desde La Bañeza, o quizá desde Veguellina, si continúan las actuales condiciones de contaminación y furtivismo. Bernesga: Desde Lorenzana o La Robla, con lo cual no se haría el ridículo denunciando a chavales o personas mayores que pescan peces a caña en la zona de León y Carbajal, en veda.  Torío: Desde Palazuelo de Torío, como mínimo.
     Tuerto: ¿Desde dónde, pues está casi siempre seco?.   Cea: Desde Almanza.  Eria: Desde San Esteban de Nogales, como mínimo. Esto, en lo que se refiere a los ríos de la cuenca del Esla, pues también los ríos de la cuenca del Sil tendrían que reformar sus límites, adecuándolos a la realidad.
7    Cuidar de que en estas zonas trucheras reales se controle la población de lucios con todos los medios de que dispone ICONA pero, sobre todo, colocando dispositivos en algunas presas estratégicas para impedir su avance hacia las zonas trucheras, y pescando con electricidad los que se hayan aposentado ya en ellas. Pero dejando tranquilos a los de las zonas bajas, pues el querer exterminarlos por completo es una utopía innecesaria, y que requeriría todos los años demasiados esfuerzos y dinero; recursos que podrían emplearse mejor en los apartados de vigilancia nocturna y contaminación. Y también se daría alguna satisfacción a los pescadores de las zonas bajas, y a todos los que les guste pescar también ciprínidos, pércidos o lúcidos, que…¿tendrán algo que decir? ¿O no?
8  Presionar para que sea asignado un presupuesto adecuado para estos fines, y conseguir unas leyes que sean efectivas; que se puedan aplican sanciones en su justa medida, proporcionales a los perjuicios causados, que compensaran con creces los gastos originados. En el momento en que no llegasen a compensar estos gastos estaríamos todos de enhorabuena, pues ello significaría que se habría acabado con estas lacras fluviales.
   Y, por último, no mas presión (o represión) sobre los pescadores de caña, a los que últimamente se viene tratando como a delincuentes, intentando (y a veces consiguiéndolo) registrar sus ropas y sus vehículos, para lo cual creemos sería necesaria una orden judicial que pudiera presentarse por los agentes o guardas a los pescadores en el momento oportuno. Pero, sobre todo, va contra la dignidad de las personas que cumplen con las normas, a los que terminan hastiando con tanta limitación y tanto requisito.
      Con los medios de que disponen los guardas actualmente, pueden saber sin ninguna duda quién es el que coge truchas pequeñas o quién se excede en el cupo, antes de dirigirse a el con intransigencias de registro, pero dando antes los buenos días, o tardes, y denunciándole con una sonrisa serena, sin crispaciones.
         También se debería tener en cuenta que casi todos los pescadores van al río a olvidarse de sus problemas cotidianos, pasando un día obsesionados y felices capturando truchas, y no desean crear, ni que se les creen, continuamente nuevos problemas que den al traste con la felicidad perseguida. Sería tanto como matar a la gallina de los huevos de oro el continuar con esta irrefrenable manía de presionar al máximo al pescador de caña, como si él precisamente fuera el causante de la escasez de truchas en los ríos. ¡No, señores de ICONA ! No se pueden dictar todos los años normas nuevas, siempre restrictivas para los que tienen su documentación en regla y pagan sus impuestos piscícolas sin rechistar, por causa de que los ríos tengan cada año menos truchas. Vds. saben que no son las cañas las que las exterminan. Por lo tanto, deberán arbitrar procedimientos para hacer pagar a cada colectivo con relación al daño producido, pues no podemos seguir haciendo válido aquel refrán de que “siempre pagan justos por pecadores”, aunque algunos cañistas cometamos alguna vez algún pecado venial.
Utilizando la terminología de épocas anteriores, enviemos al infierno a todos los que cometen pecados mortales o, por lo menos, ¡que el purgatorio sea para ellos y no para nosotros!

 

Por Ordoño Llamas Gil ( 31 – 10 – 87 )