Todo el ecosistema fluvial de la Cepeda está afectado por los residuos contaminantes del incendio. Las cenizas, las carbonizaciones y las tierras han sido arrastradas por la torrencial lluvia y han teñido de negro todas las aguas. Los fondos de los ríos están colmatados de cenizas y barro, y es ahí donde van a tener que vivir esas truchas salvajes y demás naturaleza acuática característica de esta zona.

Pronto llegaran más lluvias y serán inevitables más arrastres, también llegará la época de la freza y esas truchas buscaran esas aguas de poca corriente, para enterrar sus huevos a no mucha profundidad, ya que el agua debe de circular entre las gravas para proporcionar oxígeno a los embriones. Que la sabía naturaleza les ampare.

La mayoría de los incendios son intencionadamente provocados con motivos económicos, por pirómanos o individuos conflictivos. Muchos son para eliminar matorral y residuos agrícolas, para generar pastos, por vandalismo, venganzas, modificar el uso del suelo…etc.

Este año, por desgracia de la gran sequía, todos los montes eran propicios para arder y fue así que los montes de la Cepeda se convirtieron en pasto de las llamas con consecuencias nefastas para la naturaleza. Los montes, en general, están abandonados a su suerte y solo se atiende a aquellos donde los beneficios son notorios para la población rural.

Hay que gastarse más en prevención para ahorrarse en extinción y consecuencias.