Truchas que dejan huella.

Todas las truchas que pescas tienen algo especial, pero las hay que por lo que sea  te aportan algo más y se te quedan grabadas para siempre, son truchas que dejan huella en tu alma y que ya siempre las recordarás.

Os presento seis truchas que se convirtieron en recuerdos…

Aquel día pescaba al agua en el río Bernesga, a la altura de Vega de Gordón,   con  viento de cara que me estaba dificultando los lances, pero a base de insistir alguna trucha iba subiendo, aunque pequeñas. Por ello decidí probar con un tricóptero,  fue un acierto. Bajaba navegando entre rocas cuando con un ímpetu prodigioso, está hermosa pintona, lo tomó sin miramientos. Ese arranque al tomar la mosca se me quedó grabado.
Pescaba en el Curueño entre los dos cotos, Valdepielago y Tolibia, la vi cebarse dos veces  entre la corriente y la rocosa ribera, me pareció una gran trucha y luego comprobé que lo era. Nada más coger la mosca salió disparada corriente abajo sacándome del carrete casi toda la cola, me hizo trabajar para hacerme con ella.

Se cebaba en la orilla en un pequeño hueco entre las salgueras, poca agua y difícil lance, pero la suerte se puso de mi lado y a la primera le puse la mosca en el mismo agujero, la tomó nada más posarse en el agua, pero me las vi y desee para sacarla de su escondite. Aquí en el río Casares la pesca a mosca seca es muy complicada, estrecho y mucha vegetación.

Uno que nunca deja de ser un aprendiz, pescaba en el alto Curueño al agua, ni una sola cebada a la vista, buscándolas por las orillas y entre canales, conseguí provocar alguna pero no clavarla. Esperaba pescando que aquello cambiara cuando observando un mosquito natural, que el agua arrastraba, vi como una preciosa trucha se lo tragaba, busqué el mío con la mirada pero no estaba, di un tirón seco y clave esta trucha que en verdad la mosca que había tomada era la mía.
Salió disparada de la correntada para el pozo en busca de refugio, pero ahí me fue mucho más fácil dominarla, por ello cogí la cámara y decidí sacarle una foto mientras la aproximaba, cuando ya parecía rendida pego unas zangoloteadas en la superficie y se fue, dejándome esta foto y su bravía para el recuerdo.
Esta fue la penúltima de la temporada. Sábado 14 de octubre río Porma, despedía la temporada porque al día siguiente cumplía la edad de la jubilación. El río quiso adelantarme el regalo de cumpleaños y me concedió un gran día de pesca. Entre las capturas conseguidas esta fue la mejor, brava,  peleona y con una librea preciosa, disfruté como nunca hasta que la metí en la sacadera, luego, cuando se fue río arriba, supe que ya jamás la olvidaría.
Hay truchas… y truchas que dejan huella en la memoria. Son recuerdos y sensaciones extraordinarias.
Recordar es vivir.