Una sonrisa bajo cero

 

Un viento helador sopla fuerte sobre un lago lleno de olas y espejos rotos. Montañas, árboles y cielo como caídos de la paleta de un pintor llenan de colores una superficie misteriosa, estamos bajo cero.

 

Estas no son las mejores condiciones para la pesca, pero a la voluntad no hay tiempo que la achante y ahí estamos los dos, a orillas de un mundo de sueños.
Nuestra mirada está presa de esa mosca que se mece sin cesar. Probamos otra mosca…otra, otra más y la ventana de los sueños se abre cuando, repentinamente, un pez que emerge de las sombras profundas rompe el agua y nos hace estremecer.
Ahí está…¡¡si!!. Ya no hay viento, ni frio, ni un mundo al revés…todo se vuelve mágico y placentero. Es la ventura de la pesca que todo lo revoluciona. La trucha solo estuvo presa de nuestro anzuelo unos instantes, lo justo para que nuestras miradas se buscaran y una chispa de complicidad brillará en nuestros ojos…que tirones, vaya cimbreo…que bueno Dios mío, gracias.  Ahora solo nos queda el recuerdo de una sombra vidriosa que huye, pero Álvaro suspira y su boca dibuja una sonrisa que jamás ya voy a olvidar.
Este es, sin dudarlo, el instante más bello con el que cualquier pescador se puede encontrar.

 

Gracias compañero por tu ejemplo y complicidad.

Un abrazo