Pesca  en  el  Paraíso  II
   La inmersión fue perfecta, los pulmones llenos de aire inagotable me invitaban a seguir bajando más y más. Libre de gravedad evolucioné a lo largo de una pared rocosa llena de moluscos y crustáceos, me introduje así en el azul profundo de las aguas del océano atlántico. Me sentía subyugado por la oscuridad y el silencio cuando de repente aparecieron ante mi unos seres que hablaban…despierta, ya esta bien de siesta, que hay que bucear.
Bueno, pues si hay que  ir se va…
Aunque pescamos desde embarcación, playas y acantilados a lo que más tiempo dedicamos fue a la pesca submarina.
Formamos equipo y nos preparamos para sumergimos en el fantástico mundo submarino. En esta pesca es clave tener un programa e interpretar bien las condiciones del mar. Comentamos el estado del mar y la marea, repasamos el plan previsto y recordamos las obligaciones… uno siempre en superficie atento a cualquier incidencia, cerca de la boya de señalización, no forzar y recordar que vamos a disfrutar del fondo del mar, pero sin exponer.
Nada más tirarnos comprobamos que las aguas estaban algo revueltas y la visibilidad no era muy buena, pero al llegar al fondo podías ver y disfrutar de la maravilla de este mundo sumergido.
Sumergiéndome lentamente en el profundo mar me siento inquieto ante lo desconocido, la profundidad oscura y la soledad reinante me hacen sentir temor, me siento amenazado, pero el deseo de aventura, el riesgo, los seres, los colores y el sentimiento de violar soledades prohibidas me hacen ser temerario y aun en estado de alerta disfruto de una de las verdades más asombrosas que existen.
Las primeras apneas pusieron a prueba nuestra capacidad pulmonar y poco a poco nos fuimos sintiendo como pez en el agua. Cuando te asomas al mar ves y sientes que eres observado por uno o mil ojos. Te das cuenta que te miran más de los que tu ves, te percatas, también, que es el mar el que manda. El instinto se agudiza y tienes que maniobrar como un ser más. En la pesca-sub existen  peligros eminentes y es por ello que los movimientos deben de ser cautelosos y seguros.
 Desde afuera es imposible imaginar la multitud de seres vivos que pueblan los océanos.
Los grandes sargos se pescan en la rompiente, ahí donde las olas estallan y espuman llenando todo de burbujas. Tienes que permanecer quieto, a la espera y sorprenderlos cuando buscan su alimento que el oleaje desprende de las rocas.
Las apneas se van sucediendo, una centolla, quieta como una roca, llama mi atención, esta mimetizada con el entorno, su camuflaje es perfecto, solo, tan solo la descubrirás si te fijas bien y estas acostumbrado a verlas. Estas vivencias, bajo el agua, te separan en cuerpo y alma de todo lo exterior.
La mayoría de los peces los tienes que buscar ocultos en grietas o en oscuras y profundas cuevas, a veces, lubinas y sobretodo los pintos, los puedes ver entre aguas o bullendo por el fondo. De cualquier forma tienes que proceder con mucho tiento en la aproximación.

 

Peces de todas clases van apareciendo ante nosotros…robalizas, maragotas, sargos…la vida en el mar no tiene fin, entre la pradera de algas los erizos, estrellas de mar, lapas y demás seres marinos alfombran un fondo que nos embelesa.

Seguimos pescando, buceando y disfrutando.

 

 Este quehacer submarino es tan agotador como emocionante. Las horas pasan y el objetivo está cumplido, es hora de regresar a la base.